la sombra en las cosas

Tengo una suerte de maldición bendita, o de bendición maléfica. En mi cabeza, todo es una ilusión  Vivo detrás de mis ojos como el director de una película magnifica, como el escritor omnisciente de la mas grande novela jamas escrita, como el misterio, el segundo mágico en el que un compositor diseña la melodía con la que se mueve el mundo, universal. Digo que es una visión ambivalente, porque me empuja entre los opuestos de la realidad y la fantasía. Vivo debatiéndome sobre si algo ha de ser posible, o si debo meramente conformarme con quedarme plantada en el suelo, mirando mis pies calzados. Cuando me dicen que soy una persona negativa, simplemente sonrío y me llamo a mi misma una “optimista bien informada”. Cuando me dicen que soy romántica, me limito a señalar que todo lo que entrego proviene de alguien más, algún verdadero artista detrás de las canciones o ideas que yo vuelco en los momentos oportunos. De a ratos se hace difícil sobrevivir sin intentar buscarle el timing a las cosas, aceptar que a veces lastimamos a otros sin querer, observar mansamente los colaterales sin propósito. Cuesta no creer que todo dolor tiene una porqué, una sonrisa aguardando a la vuelta de la comisura de los labios. Es más bello creer que todo corazón roto es en realidad para aprender a sanar.Si llamo maldición a esta, mi visión adornada de la realidad es por su manía de atar con hilos invisibles cada parpadeo a cada suspiro, y cada mano abierta a cada gesto entregado. A veces, una película no te marca ni te llena de aires nuevos ni te regala una canción. A veces solamente escuchás un disco para olvidarlo, o te llenás los ojos con un atardecer ni bello ni odioso, solamente uno más. A veces las cosas no tienen sombras, solamente son. Y, probablemente, si aprendiera a tomar las cosas como me son dadas, no me sentiría tan decepcionada al observarlas mejor. Quizá soy yo quien decepcione el propósito de las cosas con mis juicios apresurados.

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